Microcuento: El banquete
Una vez que se ató los cordones, se puso en pie. Tomó impulso y empujó, con ambas manos, las enormes puertas doradas. A Linda no le alcanzaban los ojos para deleitarse con tan lujoso salón. Un camarero la invitó a tomar asiento a la mesa y concurrieron varios servidores a traer un sinfín de bandejas llenas de manjares. En un fugaz instante, ella divisa que la tetera le guiña un ojo y que el simpático candelabro comienza a danzar sobre el mantel. Esto me suena… Un gran pellizco a sí misma le confirma que no estaba ebria ni soñando. Aún con el ambiente cerrado, un imponente viento se hizo notar de golpe; ella trató de sostenerse de los pesados sillones, pero sin embargo, el soplo fue tan fuerte, que terminó aterrizando en el living de su casa. Claro, el libro estaba junto a la ventana…¿pero cómo entré en él?