Esas nubes, sin duda, escondían algo. No sabía qué, pero esos murmullos se desparramaban como un barrido: corrían de un lado hacia otro, ocultando el azul tornasol del cielo. Sin embargo, estaba segura que debía dilucidar ese secreto a voces; pues una tarde nublada de domingo, tiene mucho para decir. Como me propuse averiguarlo, decidí plantarme en un café, a observar fijamente el horizonte, tras el vidrio. Así, luego de horas, lo descubrí...pero tuve que prometer guardar el secreto. JS
Una vez que se ató los cordones, se puso en pie. Tomó impulso y empujó, con ambas manos, las enormes puertas doradas. A Linda no le alcanzaban los ojos para deleitarse con tan lujoso salón. Un camarero la invitó a tomar asiento a la mesa y concurrieron varios servidores a traer un sinfín de bandejas llenas de manjares. En un fugaz instante, ella divisa que la tetera le guiña un ojo y que el simpático candelabro comienza a danzar sobre el mantel. Esto me suena… Un gran pellizco a sí misma le confirma que no estaba ebria ni soñando. Aún con el ambiente cerrado, un imponente viento se hizo notar de golpe; ella trató de sostenerse de los pesados sillones, pero sin embargo, el soplo fue tan fuerte, que terminó aterrizando en el living de su casa. Claro, el libro estaba junto a la ventana…¿pero cómo entré en él?
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